Publicado: ene 23, 2019
Autor: Miguel Eduardo Anaya Mares
INTRODUCCIÓN.
La vida misma se encarga de darnos una gran lección en el momento que nos convertimos en padres. Nadie nos enseña a realizar tan honorable actividad y mediante la propia experiencia aprendemos en desempeñar cada una de las responsabilidades como papás, creyendo que cada día hacemos lo correcto para ellos. El ser padres es una nueva experiencia que nos transforma y confronta nuestro desarrollo personal, preguntándonos si realmente tenemos la entereza y la fuerza para asumir las contrariedades que están implícitas en la educación de los hijos. Como lo indica Solá (2012) “el oficio de padres y madres solo podemos aprenderlo cuando tenemos hijos: estos sacarán a la luz lo mejor y lo peor de nosotros” (p.13).
En la educación de los hijos continuamente nos ponemos a prueba y en diversas ocasiones podemos cometer equivocaciones. Por tal razón debemos estar preparándonos y capacitándonos para ayudarlos, además de protegerlos de impulsos de los cuales no estén en condiciones de poder superar (DIF, 2004). Es en la familia nuclear donde se gestan las condiciones iniciales para que nuestros hijos se desarrollen plenamente. Con nuestra primera expresión de amor y muestras de cariño hacia ellos les fomentamos la seguridad que todo ser humano requiere para empezar a descubrir su entorno. La interacción y participación de los padres en el aprendizaje de los niños no es una tarea sencilla. Sin embargo, es un factor sumamente importante en su sano desarrollo, por lo que es indispensable nuestra buena actitud comprensiva para estimularlos a desarrollarse. Es más probable que los niños se conviertan en buenos ciudadanos si durante sus primeros años los padres les brindaron amor, afecto, interés, con el afán de que estén mejores preparados para resolver los dilemas constantes de la vida. A medida que aprenden y desarrollan mejor sus habilidades se relacionan de forma positiva con las personas que los rodean y amplían su entorno físico, cognoscitivo y social.
La participación de los padres en las enseñanzas y educación de los hijos es considerado como un pilar de la democracia y, junto con la escuela, el acto de educar a los niños debe de valorarse como el proceso integral formativo en el que todos se involucren, con la finalidad de orientar y paulatinamente brindar soporte emocional en los momentos más propicios de su desarrollo. Para diversos autores, según Navarro, Vaccari y Canales (2005), el proceso educativo comienza desde la familia, por ser ésta el primer agente implicado en el proceso de la enseñanza. A tal grado que la influencia de la familia es muy relevante en los resultados instruccionales formativos y afectivos logrados por parte de los hijos.
DESARROLLO.
Desde tiempos muy remotos, eran las personas mayores de la familia la que se encargaban de la transmisión y enseñanza de los conocimientos sociales de la comunidad a los pequeños. Más adelante, con el surgimiento de las instituciones educativas, se les fue delegando esta actividad hasta llegar al punto de convertirse en la “responsable” de la educación de los niños. Lamentablemente la familia pasó a un plano secundario en el rol de la labor docente en el hogar, es decir, de manera poco colaborativa. Ante esto se recuerda el ejemplo de José Mujica (expresidente de Uruguay) que en el año 2014 al estar brindando una importante conferencia resalto la siguiente observación: “si el hogar fracasa, no le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en él, hay docencia y formación en cada madre que se preocupa por la suerte y formación de sus hijos”.
Hoy en día, ante las situaciones que estamos viviendo en el entorno social de México, debe rescatarse el valor primordial del cumplimiento de los padres en el proceso de las principales enseñanzas y aprendizajes de los hijos. Así también como el establecimiento de los valores, el respeto, su rendimiento académico y la orientación hacia el logro. La participación de la familia es crucial para hacer valer los ideales democráticos, aprovechando de una mejor manera los servicios educativos para elevar la igualdad de las oportunidades y superar la pobreza. La familia es la encargada de prestar una mayor atención individual a cada niño con el propósito de satisfacer sus necesidades emocionales de afecto, cariño, amor y aceptación que fomenten sanamente su aprendizaje (Navarro, Vaccari y Canales, 2005). El seno familiar es el lugar donde los seres humanos pueden sentirse más seguros y por ende los padres deberán crear y mantener las condiciones propicias para que los hijos se desarrollen dentro de él de una manera sana y estimulante. En este lugar se extienden las condiciones propicias que permiten conocerse bien los unos a los otros y en donde se proporcionan los medios adecuados para el sano convivio y crecimiento.
Según el DIF (2004) se ha calculado que el 70% de nuestro aprendizaje ocurre durante los primeros seis años de vida. El motor de nuestra creatividad es la imaginación que aún la tenemos muy fértil y es en donde se conforma gran parte de nuestra identidad. Precisamente es aquí donde debemos reflexionar y otorgar la debida importancia en la manera como educamos a nuestros hijos. Los modelos de paternidad y maternidad que favorecen una autoestima positiva en los niños son aquellos en los que, en primera instancia, realmente estén preocupados por el bienestar de sus hijos y lo demuestran diariamente con seguidos actos de cariño y amor. Según Solá (2012) el modelo de favorecer que vaya tomando responsabilidades, así como confiar plenamente en los hijos hace que crezcan en un ambiente favorable que les permitirá adquirir las fortalezas que se muestran mediante la seguridad de sus actos. Como bien lo indica DIF (2004) en el ejemplo en el que si el estéreo toca un CD que me resulta insoportable, la culpa es de la música contenida en el CD, no del estéreo. Lo mismo ocurre con nuestros hijos; ellos son el estéreo y nuestras enseñanzas, junto con la sociedad, es la música que grabamos en el CD (su mente). Como padres, debemos considerar y responsabilizarnos a cambiar el contenido del CD cuando es pertinente alinear su conducta en la sociedad.
La pertenencia al grupo, como componente en la necesidad social, se brinda inicialmente en la familia y de esta fuente obtiene su principal forma en la manera como se relacionará la persona en el futuro, derivado de su identidad. Para lograr una autoestima positiva en los hijos debe identificar en sus padres modelos adecuados que fomenten los valores, la protección a la cultura, el respeto, la aceptación de la diversidad y la inclusión de nuevas ideas. El modelo de presentarse y experimentar situaciones nuevas fomenta la creatividad y la manera de modificar su conducta, con la finalidad de lograr sus propósitos superándose a sí mismos. El mejor modelo en el aprendizaje de los hijos son los hijos, predicar con el ejemplo y la congruencia, con el afán de ayudarlos en la búsqueda de su identidad e independencia familiar y económica, fijando límites. Aprender a desarrollar la capacidad de diálogo, escucha y la manera de empatizar con ellos para amarlos realmente, siempre dándoles su lugar y prioridad en la familia nuclear, respetando su intimidad, enfrentándolos para orientarlos en la toma de decisiones y apoyándolos en cada momento crucial de su vida.
Existen diferentes estilos de enseñanza y el estilo que la madre o padre adopte será congruente con la idea que se tenga sobre la educación de sus hijos, tomando en cuenta las necesidades de ambos. Los estilos educativos paternos se definen como la forma y la manera que hacen lo padres para educar a sus hijos, que van de la manos con los estilos de vida de la familia y que sus miembros las han adoptado para llevar a cabos sus actividades, las relaciones personales y sociales. Dichos estilos se muestran enlistados a continuación (DIF, 2004, p.29-30):
Autoritario-Recíproco. La autoridad de los padres es en función de la mejora y se centra en los hijos. Se establece claramente el principio de reciprocidad junto con los derechos y las obligaciones. Los hijos sienten un control adecuado, de manera voluntaria aceptan las normas y se obtiene la autonomía, se logra la madurez autoestima y autoconfianza y sin perder la creatividad los hijos son obedientes.
Autoritario-Represivo. Este estilo se centra principalmente en uno de los padres o en ambos, existe el autoritarismo donde los hijos se encuentran en un nivel secundario, no hay reciprocidad en el diálogo y se utilizan los castigos para la educación. Al principio se logra una vida ordenada, logros escolares, disciplina, ausencia de conflictos y docilidad en los hijos. Sin embargo, cuando los hijos llegan a la adolescencia, se identifican con baja autoestima, autoconfianza, y poca creatividad mostrando un distanciamiento con los padres.
Permisivo-Indulgente. Los padres atienden las necesidades de los hijos y pueden hacer todo lo que quieran, no se establecen límites y autoridad, los padres acceden fácilmente sus deseos mostrando tolerancia y muy pocos castigos. Los hijos desarrollan buena autoestima, sociabilidad y una gran afectividad. Sienten mucho apoyo de los papas en la adolescencia, sin embargo puede existir una falta de autocontrol, autodominio y no logran los rendimientos escolares esperados, puede presentarse cierta vulnerabilidad ante las adicciones.
Permisivo-Negligente. El afecto de los padres se expresa en otorgarles, a través de demasiada permisividad, bienes económicos. En los hijos se presenta una autoestima negativa, no son responsables, muestran carencias de autoconfianza, los rendimientos escolares son mínimos, no hay autodominio y buscan refugiarse en los amigos. Presentan problemas psicológicos y desviaciones de la conducta.
El grado de autoestima que tenga el hijo será la base de éxito en el desarrollo para hacer frente para cada uno de los problemas que se le presenten. Es por ello que la misión principal de los padres consiste en lograr la realización de sus hijos permitiendo el alcance de todas sus potencialidades a través del estímulo de un desarrollo integral. Según DIF (2004) se fomenta la paternidad a través de:
La educación tradicional es aquella forjada en los valores, que tanto es necesaria hoy en día como base familiar. En la actualidad, uno de los principales obstáculos que enfrentan los padres y madres en la formación de sus hijos es lo denominado como la "falta de tiempo". La vida se ha tornado en sobrevalorar la producción de bienes y servicios, por lo que se observan tasas de incremento laboral de ambos padres, que al estar ocupados buscan quién se haga cargo de los hijos en horas laborables. La sobreproducción de productos y su discriminada oferta han acostumbrado a los seres humanos a ya no sentirse satisfechos con lo que tiene o se ha logrado. Ahora es necesario buscar y pedir más, ya que la economía del mundo debe su razón a hacer sentir a las personas insatisfechas o incompletas. Aunque suene paradójico, en la actual complicada forma de ganarse la vida es requerido pasar más tiempo de calidad con los hijos. La sobrecarga de información, así como el fácil acceso a internet y las redes sociales han permitido que los menores obtengan conocimiento de situaciones aún no son propicias o adecuadas para su edad y entorno. Hoy en día la feminidad no sólo es definida por la mujer, ni la masculinidad por el hombre, en muchos casos como tanto el hombre y la mujer trabajan fuera de casa. Los roles familiares ahora son distribuidos entre ambos. Mismo está ocurriendo con el rol de la autoridad, en donde en diversas familias ahora es la mujer que lleva una mayor carga al momento de la toma de decisiones.
Otro es el papel que desempeñan las relaciones interpersonales y que la mayoría de los padres desconocen en cómo educar a sus hijos para llevar a cabo una mejor manera el convivio entre cada una de las personas. Desde nuestros gestos, la postura y nuestra charla interactuamos con los demás, en donde aceptamos o rechazamos sus opiniones y puntos de vista. Derivado de los diferentes estilos de personalidad se logra que las personas se lleven mejor unas con otras, por tal motivo es de profundo interés saber educar a los niños en la gestión de sus emociones que directamente influyen en su personalidad, para que sepan controlar u manejar cada situación, generen empatía, brinden compasión y estén más susceptibles al altruismo.
A continuación se enlistan una serie de propuestas que se recomiendan poner en práctica para desarrollar el contexto educativo en el ambiente familiar (Vielma, 2003, pp.53-54):
Todo propósito de la educación para los niños debe enfocarse en formar estudiantes felices, que no se encuentren deprimidos o confundidos, ni que generen en el futuro problemas sociales. Ahora, más que nunca, es requerido personas que protejan el enfoque humano, desarrollarlas con características como la sencillez, que sean buenas, correctamente educadas, que generen la empatía, que sepan dominarse y puedan orientar a otras personas a través de su liderazgo. Para ello también debemos entender la motivación que surge en cada individuo, por lo que dentro de la familia, la socialización y los valores son las fuentes nucleares de la educación en la enseñanza de los hijos.
CONCLUSIONES.
Es preciso indicar que a los hijos se tiene que ir formándolos poco a poco, para que aprendan a respetarse y a respetar a lo que les rodea, ayudándolos a transitar cada etapa de sus vidas mediante la enseñanza de la superación de las crisis, a través la tolerancia y del esfuerzo continuo del aprendizaje. Los adultos debemos estar conscientes que las primeras relaciones que establecemos con nuestros hijos determinará en menor o mayor grado su capacidad de lidiar con la vida en su adultez y desarrollará su estilo de relación con las demás personas y grupos sociales con los que interactúe. Por lo que si logramos mantenernos al pendiente de las necesidades de nuestros hijos de forma presente, sin caer en extremas complacencias que lo único que resultará será la debilidad e inmadurez del menor, lo estaremos preparando para que sea el líder de su propia vida y de su felicidad.
Se debe considerar que la participación activa de los padres debe mantenerse como un continuo proceso de enseñanza durante las diferentes edades y situaciones que viven los hijos. Gracias a una mejor relación entre padres e hijos, es mayor la generación de los beneficios que recibirá la sociedad al sumarse a ella ciudadanos íntegros y comprometidos a vivir en armonía y respeto. A través de la socialización, las personas se insertan en un contexto de relaciones e interacciones que trascienden en su bienestar para el beneficio de su comportamiento y logran desarrollar su capacidad del aprendizaje social. Como en alguna ocasión se la metáfora de que: “si le ayudamos a una joven mariposa a abrir su capullo, sus alas jamás desarrollarán la fuerza para volar por sí misma”. Esto bien puede aplicar en nuestros hijos, pero sin caer en el otro extremo, como anteriormente se creía, de tratarlos duramente para que se fortalezcan.
Una correcta enseñanza de los hijos es la responsabilidad de los padres. Sin embargo, las aportaciones que ofrecemos como profesionales en Desarrollo Humano deben consistirse en brindar orientación oportuna a los padres mediante la información y los diversos programas de capacitación. También se deberá fungir como un vínculo entre las instituciones educadoras y los padres, con la finalidad de mantener una comunicación abierta y flexible que permita la adecuación de las actividades y la modificación en los roles de padres e hijos. Al ganarse la confianza de los adolescentes de hoy en día, nosotros, los asesores podemos influir en ellos para que amplíen su visión de lo que buscan en la vida y así ofrecer alternativas que permitan soluciones adecuadas a las situaciones que se viven hoy en día en la sociedad mexicana.
BIBLIOGRAFÍA.
Diálogos en confianza (familia). (2015). El reto de educar adolescentes [Video]. México: Canal Once. Disponible en http://aulavirtual.utel.edu.mx/mod/assign/view.php?id690553
DIF (2004). Manual 3. Educación familiar. S.L.P.: Tipografía e impresión.
Navarro, G., Vaccari, P. y Canales, T. (2005). El concepto de participación de los padres en el proceso de enseñanza aprendizaje: las perspectivas de agentes comprometidos. En Revista de Psicología de la Universidad de Chile, X(1), (pp.35-49). Disponible en http://site.ebrary.com/lib/initesp/reader.action?docID=10102930
Rech-Simon, Ch. & Simon, F. (2010). Consejos de supervivencia para padres adoptivos. Barcelona, España: Herder Editorial. Disponible en http://site.ebrary.com/lib/initesp/reader.action?docID=11059471
Solá, D. (2012). Nuestros hijos, nuestros maestros. ¿Por qué se complica la relación con nuestros hijos? Tarragona, España: Ediciones Noufront. Disponible en http://site.ebrary.com/lib/initesp/reader.action?docID=10637922
Vielma, J. (2003). Estilos de crianza, estilos educativos y socialización: ¿Fuentes de bienestar psicológico? Acción pedagógica, 12(1), 48-55. Disponible en http://site.ebrary.com/lib/initesp/reader.action?docID=10444849
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