EL ORIGEN DEL LIDERAZGO.

EL ORIGEN DEL LIDERAZGO.

Publicado: ene 21, 2023

Autor: Miguel Eduardo Anaya Mares


El liderazgo ha sido una característica destacada de la cultura humana desde tiempos inmemoriales. Como forma de influencia, es entendida como el proceso de guiar a otros hacia el logro de los objetivos comunes. Según los registros históricos, la figura del líder ha sido fundamental para garantizar la supervivencia y la prosperidad (Toch, 1975), así como la práctica de la guerra, la defensa y el establecimiento de una jerarquía, una organización y el avance de las sociedades.

En la antigüedad, los líderes eran considerados de un rango superior, como los gobernantes, los guerreros y los grandes sacerdotes. Estas personas fueron veneradas como líderes por su carisma, su fuerza y su sabiduría. Los líderes antiguos también a menudo se les consideraba como dioses o diosas, y se les atribuían poderes especiales, como la capacidad de predecir el futuro.

De acuerdo al antropólogo Ernesto Schmill (2010) la primera evidencia del liderazgo en la historia de la humanidad se presentó durante la Edad de Piedra, con la organización de la caza en grupo, en el que estas sociedades eran lideradas por los ancianos debido a su sabiduría y su experiencia. Donde, además el liderazgo era compartido entre varios de sus miembros, como la familia, lo que permitía una toma de decisiones más equitativa y justa (Lévi-Strauss, 1949).

Con el avance de la agricultura y el establecimiento de los asentamientos humanos, surgió el liderazgo político como una necesidad para la organización y la defensa de las comunidades, por lo que según Jaspers (1949) se derivó en el desarrollo de las primeras civilizaciones. Uno de los primeros ejemplos de liderazgo político en la historia antigua se encuentra en la civilización Sumeria, donde los líderes políticos eran conocidos como “Ensi” y gobernaban las ciudades-estado (Kramer, 1963).

De acuerdo a Cabrera (2020) otros de los primeros hallazgos del liderazgo surgieron en el antiguo Egipto, que se remonta desde el 4,000 a.C., donde el líder y posteriormente el “Faraón”, como figura de autoridad suprema, era el responsable de la administración y la defensa de la población. Esta figura tenía una posición social privilegiada, la cual se le consideraba como una entidad divina que gobernaba al pueblo. El historiador John Darnell (2014) apunta que el liderazgo en el antiguo Egipto fue “una combinación de autoridad absoluta, energía y carisma”.

En la civilización mesopotámica, los reyes (como representantes de los dioses) eran los líderes centrales de la nación y estaban a cargo de la administración de las tierras, la guerra y su defensa (López-Cordón, 2018). Esta forma de liderazgo se refleja en los textos antiguos como el Código de Hammurabi (1754-1750 a. C.) y, de acuerdo a los hallazgos arqueológicos, el rey tenía un gran poder político y religioso, en el que su autoridad se basaba en su capacidad para mantener el orden y la justicia en su reino (Saggs, 2005).

En la India antigua, el liderazgo fue una figura fundamental para el mantenimiento del orden social. El líder era considerado como una figura sagrada que debía respetarse y seguirse. Se le atribuían cualidades de sabiduría, carisma y justicia. Según Deepak Kumar (2012), el liderazgo en la antigua India era “una combinación de autoridad y humanidad”.

En la cultura maya, que floreció desde el Preclásico (1,800 a.C.), y fue una de las principales culturas mesoamericanas, su liderazgo se basaba en una estructura política jerárquica que se originaba con un sistema de autoridad gobernado por los señores feudales y los jefes de tribu, que eran a menudo líderes religiosos y políticos y gobernaban con la ayuda de un consejo de ancianos, normalmente de su propia familia. Estos líderes se encargaban de tomar decisiones para el bien común de la comunidad y de las tribus. Según el investigador Roberto García Moll (2018), el liderazgo maya se centraba en la "obediencia" al jefe supremo o gobernante, y también había una jerarquía de liderazgo.

En la China antigua, el liderazgo se basaba en la figura del emperador, quien gobernaba con el apoyo de un sistema de funcionarios seleccionados por el mérito. El liderazgo chino también se basaba en la filosofía confuciana (551-479 a.C.), que enfatizaba la importancia de la virtud y el carácter en los líderes. Según el historiador chino Zhang Wei (2009), el liderazgo en la antigua China estaba basado en el “respeto y el reconocimiento”.

Para los griegos, el liderazgo también fue una característica destacada de la cultura, la cual consistía en la capacidad de guiar y dirigir a otros hacia el logro de un objetivo común y se basaba en la figura del "arconte", o líder político y militar, que gobernaba con el apoyo de un consejo de ancianos. Esta idea se remonta al siglo VII a.C., con la formulación de la teoría política por parte de los pensadores griegos. Esta teoría se centró en el liderazgo como un modo de influencia y ciertos cambios en los estilos de liderazgo a lo largo de la historia de Grecia.

Uno de los primeros filósofos griegos, Heródoto (484-425 a.C.), fue el primero en señalar el liderazgo como una forma de influencia. Él sugería que los líderes eran aquellos que eran capaces de tomar decisiones importantes, ejercían autoridad con justicia y tenían una gran influencia sobre aquellos a su alrededor. Esta idea fue seguida por los estudios de Platón (427-347 a.C.), que enfatizó el concepto de liderazgo como una “facultad moral” (Pérez, Jiménez y Otero, 2020), es decir, como una forma de influencia para la dirección de un gobierno y su sociedad. En su obra "La República", Platón escribió sobre el liderazgo ideal y la necesidad de una élite de líderes sabios para gobernar justamente.

Por su parte Aristóteles (384-322 a.C.), se centró en los líderes como aquellos que tenían el conocimiento y la experiencia para dirigir a otros. Él desarrolló la teoría del liderazgo “carismático” y lo definió como una "virtud moral" (Pérez, Jiménez y Otero, 2020), en la que el líder mediante la experiencia era capaz de inspirar a sus seguidores y guiarlos hacia el logro de un objetivo común. Esta teoría fue el punto de partida para el estudio moderno del liderazgo. De acuerdo al historiador griego Donald Kagan (2008), “el liderazgo en la antigua Grecia estaba basado en la autoridad y el respeto”.

En la cultura romana, el liderazgo se basaba en la figura del "imperator", o emperador, quien tenía un gran poder y autoridad. Los líderes romanos eran elegidos por el Senado y el pueblo, y se esperaba que fueran valientes y justos. En el caso de los cónsules, principales líderes del Senado, eran los responsables de la administración y la defensa de la nación. La cultura romana también influyó en la cultura cristiana, y el liderazgo cristiano se centraba en la figura de Jesús, por lo que esto se reflejó en la forma en que los primeros cristianos siguieron sus enseñanzas, vivieron sus vidas y compartieron su fe.

En la actualidad, el liderazgo es una de las habilidades más importantes de la vida humana, más aún en el nuevo mundo F.A.N.I. (Frágil, Ansioso, No lineal e Incomprensible) en el que vivimos, paradigma establecido por Jamais Cascio (2020). Aunque el liderazgo ha cambiado de varias maneras desde los primeros tiempos de la humanidad, los principios básicos prácticamente siguen siendo similares. Por lo que los líderes modernos seguirán siendo aquellos que sean capaces de tomar decisiones importantes y oportunas, ejercer su autoridad con justicia y carisma, y tener una gran influencia e inspiración sobre sus colaboradores, para que decidan seguirlo(a) hacia el fomento y el desarrollo de su potencial humano.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:


Aristóteles (384-322 a.C.). Ética a Nicómaco. Imprenta Nacional. Disponible en: https://www.imprentanacional.go.cr/editorialdigital/libros/literatura%20universal/etica_a_nicomaco_edincr.pdf

Cabrera, M. (2020). Los líderes en la historia antigua. Obtenido de https://www.revistahistoria.es/los-lideres-en-la-historia-antigua

Cascio, J. (2020). Enfrentando la era del caos. Institute for The Future.

Darnell, J. (2014). The Stela of the Viceroy Usersatet (Boston MFA 25.632), his Shrine at Qasr Ibrim, and the Festival of Nubian Tribute under Amenhotep II. Disponible en: http://www.enim-egyptologie.fr/revue/2014/11/Darnell_ENIM7_p239-276.swf.pdf

García Moll, R. (2018). El liderazgo en la cultura maya. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Heródoto (484-425 a.C.). Historia. Disponible en: http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.01.0126

Jaspers, Karl. (1949). Vom Ursprung und Ziel der Geschichte. München: Piper Verlag.

Kagan, D. (2008). Leadership in Ancient Greece. En American Journal of Archaeology. Vol. 112. Núm. 4. Págs. 631-651.

Kramer, S. N. (1963). The sumerians: Their history, culture and character. Chicago, IL: University of Chicago Press. En https://www.scirp.org/(S(351jmbntvnsjt1aadkposzje))/reference/ReferencesPapers.aspx?ReferenceID=1353273

Kumar, D. (2012). Leadership in Ancient India. En Journal of Ancient Indian History. Vol. 35. Núm. 2. Págs. 131-154.

Lévi-Strauss, C. (1949). Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona, Paidós, 1981. En https://www.ugr.es/~pwlac/G24_03Pedro_Gomez_Garcia.html

López-Cordón, M. V. (2018). Las primeras manifestaciones de liderazgo en la antigua Mesopotamia. Madrid: Editorial La Esfera de los Libros.

Muñoz, J. (2006). El liderazgo: sus principales características y algunos ejemplos históricos. Consultoría en Recursos Humanos, 2(3), 44-56.

Platón (427-347 a.C.). La República. Disponible en: https://www.gutenberg.org/files/1497/1497-h/1497-h.htm

Pérez, J., Jiménez, M. y Otero, P. (2020). La facultad moral de Aristóteles. Revista de Filosofía, 7(1), 1-15.

Saggs, R. (2005). Ancient Mesopotamia: The Sumerians, Babylonians, and Assyrians. London: Continuum International Publishing Group.

Schmill, E. (2010). La caza de grupo en la Edad de Piedra. Buenos Aires: Editorial Biblos.

Toch, H. (1975). El liderazgo: Ciencia y arte. Nueva York: Appleton-Century-Crofts

Wei, Z. (2009). Leadership in Ancient China. En Journal of Chinese Studies. Vol. 30. Núm. 5. Págs. 831-846.

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