Publicado: mar 4, 2020
Autor: Miguel Eduardo Anaya Mares
INTRODUCCIÓN
En el presente artículo se describen tres modelos referenciales de consultoría con un enfoque no directivo, mismos que pretenden apoyar a las personas en el desarrollo de su potencial humano. Para ello se realiza un análisis de los modelos de Carl Rogers, Robert Carkhuff y Edgar Shein, mostrando sus características particulares y funcionalidades como formas efectivas de acompañamiento. Esto es con la finalidad de que se comprenda su importancia y poder contar con elementos de valoración comparativa en los diversos aspectos de éstos y de otros modelos, ubicándolos de acuerdo al contexto para ser aplicados en la mejora de los procesos de desarrollo humano en cualquier ámbito; ya sea personal, familiar, educativo, organizacional y/o comunitario.
El común de estos modelos de orientación o consultoría, como se explica a detalle más adelante, es colocar en el centro del proceso de ayuda a la persona o cliente, apoyándose en técnicas, recursos y destrezas que acompañen al consultor o asesor de tal manera que logre que el cliente se identifique y asuma el compromiso de transformación personal que se requiere cambiar.
El modelo presentado por Carl Rogers corresponde a la terapia centrada en la persona, donde resalta el respeto propio como elemento fundamental para que la persona instrumentalice su respeto hacia los demás y parte de la confianza en el individuo, para que éste reconozca su fuerza y potencial en todos los aspectos de su vida.
Robert Carkhuff sostiene en su modelo que la base para fomentar el desarrollo humano del individuo es la relación interpersonal, la cual empodera a las personas para lograr su potencial humano. Carkhuff señala tres pasos para llegar a un plan que resuelva el problema: exploración, autocomprensión y acción, a través de tres dimensiones: el terapeuta, el cliente y las variables de contexto (Adunas, 2016).
Por último, el modelo de Edgar Schein plantea una orientación especial llamada consultoría de procesos centrada en el cambio planeado, que atiende todos los aspectos de cualquier programa de desarrollo organizacional. En este proceso el consultor estructura la preparación para el cambio a partir de un diagnóstico que surge de los individuos, mismos que forman parte de la red departamental para implementar el cambio planeado que mejore el funcionamiento de la organización.
PLANTEAMIENTOS FUNDAMENTALES DE CADA MODELO
En las áreas relacionadas con la orientación, asesoría, consultoría y acompañamiento, el enfoque centrado en el cliente y/o en la persona ha logrado obtener un lugar destacado y, con frecuencia, una importante aceptación y respeto al profesionista que aplica estos modelos.
Modelo de Carl Rogers: “Terapia centrada en el cliente o la persona”:
El modelo de Carl Rogers planteó una perspectiva sumamente significativa en el ámbito de la psicoterapia. Se encuentra incrustado dentro del humanismo psicológico y fue desarrollado en la década de 1940. La propuesta de Rogers coadyuvó a resaltar la generosidad del ser humano y su capacidad innata al crecimiento personal, superando la perspectiva limitada que ofrecía el psicoanálisis y el conductismo. Dicho modelo parte de la disonancia existente entre la persona (organismo) y el autoconcepto (lo que se cree), también identificado como sentido de identidad. El problema inicia cuando la conducta y las emociones no están alineadas a la idea que dicha persona tiene de sí misma (Rogers, 1961).
Se identifican 3 fases en la consultoría u orientación: Catarsis, Insight y Acción.
1.- Catarsis. Se entiende como la exploración de las propias emociones. Se trata de que la persona logre centrar la problemática e identificarla para poder resolverla durante las etapas siguientes.
2.- Insight. Se entiende como la etapa en donde la persona “profundiza” sobre su situación. Es capaz de reinterpretar su existencia y percibe “la verdad”. Se establecen objetivos y metas personales.
3.- Acción. Consiste en actuar para lograr las nuevas metas. Es aquí en donde se declaran las estrategias necesarias para superar la situación que bloquea el desarrollo personal. (Rogers, 1961).
Carl Rogers, añade a su modelo lo que él llamó “actitudes terapéuticas”, que describe como las posturas necesarias para que se origine el cambio personal: contacto y enriquecimiento psicológico, congruencia, autenticidad, aceptación positiva incondicional, comprensión empática y apertura (Rogers, 1961).
Modelo de Robert Carkhuff: “Modelo de relación - ayuda”.
Por su parte, Robert Carkhuff partió de los trabajos de Carl Rogers. Carkhuff en el año de 1969 señala las demandas y características de cada etapa del modelo, además de delinear las destrezas que necesita el orientador para ser efectivo en cada etapa, por lo que elabora una tecnología para seleccionar orientadores en prospecto y adiestrarlos en estas destrezas.
En su modelo se destacan dos aspectos:
1.- El funcionamiento del consultor como persona, que se define en términos de 9 variables que son: la empatía, el respeto, la autenticidad, la especificidad, la confrontación, el impacto de personalidad, la autorevelación, la relación al momento y la autorrealización.
2.- Sólo un alto nivel de funcionamiento como persona, en tales variables, podía estimular el crecimiento o el mejoramiento del cliente.
El modelo de Carkhuff representa un avance significativo para la investigación científica, dado que se concreta en cuatro destrezas operativas de dicha relación de ayuda: atender, responder, personalizar e iniciar (Aduna, 2016).
Modelo de Edgar Schein: “Modelos de consultoría de procesos”.
En el año de 1973, Schein plantea una orientación especial llamada consultoría de procesos centrada en el cambio planeado, que atiende todos los aspectos de cualquier programa para el desarrollo organizacional. A partir de un diagnóstico, que surge de los individuos participantes, el consultor estructura la preparación para el cambio. El modelo representa un conjunto de actividades del consultor que ayuda al cliente a percibir, atender y actuar sobre los hechos del proceso que suceden en su entorno, con el fin de mejorar la situación según el deseo del propio cliente (Schein, 1973). La afirmación coloca al cliente en un rol activo durante el proceso de consultoría en la toma de decisiones, con el fin de que los cambios adoptados sean efectivos en la organización. “Permitir que el cliente se vuelva dependiente del consultor es crear una ruta directa al fracaso” (Schein, 1973).
Schein identificó tres modelos:
1.- El modelo de adquisición de un servicio experto. El cliente busca a un consultor que le proporcione toda la información o el servicio.
2.- El modelo médico – paciente. Uno o más gerentes de la organización deciden llevar a un consultor para que los revise y descubra si hay algún área organizacional que no esté funcionando adecuadamente y requiera atención.
3.- El modelo de consultoría de procesos y sus premisas fundamentales. El cliente no sabe lo que está mal, por lo que necesita al consultor para diagnosticar. Al mismo tiempo, sin la participación activa del cliente, el consultor no puede saber lo suficiente de la organización para hacer sugerencias. El consultor transmitirá sus habilidades para diagnosticar y corregir los problemas, pero el cliente decidirá que alternativa es la mejor para su organización y la llevará a cabo (Schein, 1973).
A continuación, se muestran una tabla comparativa entre las similitudes y diferencias de los tres modelos en cuestión.
MODELOS DE CONSULTORÍA |
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CARL ROGERS |
ROBERT CARKHUFF |
EDGAR SCHEIN |
SEMEJANZAS: Terapia centrada en la persona (no directivo). Relación de ayuda, con la participación de un terapeuta o asesor. Se ubica en el presente, en el aquí y ahora. Se instrumentaliza el mutuo respeto como parte integral de la personalidad. Empatía, comprensión, aceptación, congruencia y comunicación. Se lleva a cabo el diagnóstico en colaboración con el cliente. Aceptación, auto exploración y auto comprensión por parte del cliente (interiorización). Se busca generar cambios cognitivos para lograr el cambio conductual. Conjuntamente se buscan alternativas de solución, pero la decisión es del cliente. El cliente debe ser proactivo y no generar dependencia del consultor. El cliente es responsable de su propio desarrollo, el compromiso de transformación y alcance de sus propias mejoras.
DIFERENCIAS: |
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Aprendizaje experiencial.
Ser humano inherentemente bueno. Impulso orgánico hacia su realización. Identifica metas y valores que más convengan. El cliente se despoja de sus defensas.
Los principales elementos: paciente-cliente-persona, autenticidad-sinceridad-congruencia, consideración positiva incondicional y comprensión genuina.
Actitudes del terapeuta:
Resultados: el cliente es acompañado sin ser juzgado, ni evaluado. La relación es empática. Confía, dándose cuenta de la auto-responsabilidad de su desarrollo. |
Aprendizaje interpersonal.
El hombre no es bueno ni malo. Desarrollo a partir de las experiencias vividas. Relación interpersonal que genera una espiral que empodera a las personas. Dimensión física, emocional e intelectual para el desarrollo de las destrezas. Exigencia en el “más y mejor”. Carácter tridimensional de intervención: cliente, terapeuta y las variables de contexto.
Actitudes del terapeuta:
Niveles en la destreza del terapeuta:
Resultados: se compromete al cliente para adecuar su estructura biopsicosocial al medio ambiente. |
Aprendizaje organizacional.
Punto de partida en las personas, centrándose en los valores, relaciones y actitudes hacia la estructura de la cultura organizacional. Se estructura la preparación hacia el cambio. Se guía al comportamiento del consultor. Interacciones humanas como los procesos a observar.
Variantes en la consultoría:
Las características grupales son tomadas en cuenta para definir en específico y según necesidades una estructura del plan a desarrollarse.
Resultados: se observan las acciones del cliente durante el proceso de su trabajo, lo que es en realidad su propio aprendizaje de auto-diagnóstico. |
Fuente: Rogers (1961), Aduna (2016) y Schein (1973), adaptado por Miguel ANAYA.
CONCLUSIONES
Tanto Carl Rogers, Robert Carkhuff y Edgar Schein, estaban de acuerdo en poner en el centro del proceso de ayuda a la persona o cliente. Los tres proponen técnicas, recursos y destrezas para acompañar al consultor para que la persona o cliente se identifique y asuma el compromiso del cambio personal que se requiere, y así iniciar o continuar con su proceso de desarrollo humano en cualquier ámbito, ya sea personal, familiar, educativo, organizacional y/o comunitario.
Estos modelos constituyen una fuente importante para la formación en desarrollo humano, cuyas diversas y múltiples funciones incluyen el de orientar de manera individual y/o grupal a las personas que manifiesten este interés. Ello genera amplia responsabilidad en quien actúa como asesor o consultor, por lo que es de mucha utilidad el estar debidamente informado sobre las estrategias de acción que los teóricos en mención han encontrado y probado.
La tarea de un consultor en desarrollo humano requiere además de estar informado y actualizado sobre los diferentes modelos, una sensibilidad extrema a la persona y sus creencias. Así como reconocer la posibilidad de desarrollar la potencialidad desde su interior para alcanzar su bienestar y con ello incidir en quienes lo rodean.
Un aspecto de suma importancia es también la práctica y experiencia que el asesor o consultor va adquiriendo a medida que desarrolla sus destrezas, aprendiendo de las experiencias de los mismos clientes o asesorados.
Por último y muy relevante, es mencionar que para que el consultor se encuentre en posibilidades de orientar a alguien en su desarrollo personal basándose en estos modelos, es necesario haberlos probado consigo mismo. Es decir, haber pasado por la experiencia de vivir los efectos del asesoramiento profesional y reconocer en nuestra persona esas posibilidades que pretendemos despertar en otros.
BIBLIOGRAFÍA
Aduna, E. (2016). Generalidades de Robert Carkhuff. Guadalajara: UNAG.
Cánovas, M. (2008). La relación de ayuda en enfermería. Una lectura antropológica sobre la competencia relacional en el ejercicio de la profesional. Murcia: Universidad de Murcia.
Egan, G. (1982). El orientador experto. Puerto Rico: Grupo Editorial Iberoamérica.
Rogers, C. (1961). On becoming a person. A theraphist’s view of psychotherapy. California: Houghton Mifflin Company.
Schein, E. (1973). Consultoría de procesos. Su papel en el desarrollo organizacional. Estados Unidos de América: Adisson-Wesley Iberoamericana.
Segrera, A., Cornelius, J., Behr, M. y Lombardi, S. (Eds) (2014). Consultorías y psicoterapias centradas en la persona y experienciales. Fundamentos, perspectivas y aplicaciones. Gran Aldea Editores. Disponible en https://ebookcentral.proquest.com/lib/initesp/reader.action?docID=3225566
UNAM (2007). Enfoque centrado en la persona de Carl Rogers [Video]. Recuperado de http://aulavirtual.utel.edu.mx/mod/page/view.php?id=1026097
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